El problema de la rigidez de los tejidos (con mención a la mandíbula)

Hoy quiero hablaros de algo que veo cada día con mis clientes y que muchas personas confunden o minimizan: la rigidez de los tejidos. Soy Juan Aznar y en este artículo resumo los puntos clave que trato en el directo para que puedas entender por qué aparece esa rigidez, cómo identificarla y qué hacer para mejorarla de forma eficiente.

Tabla de contenidos

¿Qué entendemos por «rigidez de los tejidos»?

Cuando alguien me dice «estoy muy rígido» se refiere a una limitación en la capacidad de movimiento. Esa rigidez no es solo una molestia puntual: condiciona la función de todo el cuerpo y, si no se aborda, tiende a acumularse. La rigidez puede ser muscular, articular o asociada a tejidos blandos adyacentes, y suele aparecer como una estrategia de protección del cuerpo frente a repetición de tareas, malas posturas o falta de uso.

¿Por qué aparece la rigidez?

  • Por actividad repetitiva: trabajos físicos o gestos repetidos (jardinería, levantar del suelo, cargar peso) generan adaptación protectora.
  • Por inactividad o posturas mantenidas: pasar horas con el cuello adelantado y hombros protraídos frente al ordenador.
  • Por factores del sistema nervioso: estrés o nerviosismo aumentan el tono muscular.
  • Por desequilibrios locales: por ejemplo, limitaciones en la caja torácica, mandíbula o problemas de visión que alteran el movimiento del cuello.

Cómo detectar dónde está la rigidez

La clave es una valoración. En consulta pido movimientos simples (por ejemplo, girar el cuello) y observo en qué lado hay menos rango de movimiento. Ese lado suele estar limitado por rigidez en un punto concreto: muchas veces la caja torácica, la mandíbula o la cervical alta.

El lado donde gires menos estará limitado por una rigidez en algún sitio.

Otras señales: dolor al despertarte (si aprietas la mandíbula por la noche), molestias por debajo del occipital, dolor cerca de los oídos, o sensación de bloqueo en la zona torácica que impide rotar correctamente.

La mandíbula y el bruxismo: qué relación tienen con la rigidez cervical

El bruxismo (apretar o rechinar los dientes, sobre todo durante el sueño) tensiona mucho los músculos maseteros y relacionados, y esto puede traducirse en dolor cervical, tensión en la zona por debajo del occipital e incluso molestias en la boca o los oídos.

Importante: la férula de descarga (la placa que el dentista puede poner) cumple una función concreta: evitar que te rompas los dientes. No evita que aprietes. Si el problema de fondo (la tensión y la rigidez) no se trata, la férula solo protege los dientes, pero no soluciona la causa.

La férula de descarga evita que te revienten los dientes, pero no impide que aprietes la mandíbula.

Además, el bruxismo tiene una carga importante de factores psicológicos: estrés y nerviosismo aumentan la tendencia a apretar. Por eso el enfoque debe ser multidimensional: reducir rigidez, trabajar la activación muscular adecuada y abordar, si es necesario, el componente emocional o psicológico.

Herramientas externas: cuándo ayudan y cuándo enmascaran

Existen soluciones externas útiles (férulas, plantillas, cuñas, soportes), pero tienen un límite: funcionan como ayuda temporal o de protección. Un ejemplo: muchas personas mayores usan una cuña en el zapato y se sienten más estables; la cuña desplaza su centro de gravedad y compensa una falta de función del pie. Pero si dependes permanentemente de esa ayuda, tu cuerpo deja de hacer la función que necesita y la raíz del problema sigue ahí.

Las herramientas externas están genial en un momento determinado, pero no valen para toda la vida.

Protocolo recomendado: qué hacer y en qué orden

  1. Detectar el origen: valoración para localizar la rigidez que limita la función.
  2. Eliminar o reducir la rigidez: ejercicios correctivos, técnicas y trabajo específico sobre las zonas hipertonificadas.
  3. Recuperar movilidad: una vez reducida la rigidez, restaurar rangos de movimiento normales.
  4. Fortalecer y reprogramar el patrón: cuando la movilidad está, entonces sí integrar trabajo de fuerza y control para que el cambio perdure.

No empecemos la casa por el tejado: entrenar fuerza para solucionar dolor cervical o de espalda cuando sigue existiendo rigidez no suele funcionar. Tengo muchos casos que entrenaban fuerza y, años después, seguían igual. Primero rigidez, luego movilidad, luego fuerza.

Consejos prácticos y frecuencia de trabajo

  • No hace falta repetir un mismo ejercicio correctivo cada semana para siempre. Si eliminas la rigidez, con revisiones periódicas (por ejemplo, cada mes o cada dos meses) suele ser suficiente. Sin embargo, si tu trabajo es muy repetitivo, quizá necesites volver a aplicarlo con más frecuencia.
  • Aprende ejercicios para quitar la rigidez cuando notes molestia y aplícalos de forma estratégica.
  • Si tienes bruxismo, combina trabajo de mandíbula con manejo del estrés y ejercicios para reducir la tensión muscular.
  • Si usas férulas, plantillas o ayudas externas, utilízalas como puente, no como solución definitiva.

Si necesitas ayuda

Una valoración personalizada acelera los resultados: detectamos origen, te enseño los ejercicios correctivos adecuados y planificamos progresión hacia movilidad y fuerza. Si quieres que valoremos tu caso, escríbeme por privado y lo vemos.

Conclusión

La rigidez de los tejidos es una pieza clave en muchos dolores y limitaciones. Detectarla y trabajarla es el primer paso real hacia una mejora duradera. No confíes solo en ayudas externas ni saltes etapas: valoración, eliminación de rigidez, recuperación de movilidad y luego fuerza. Si aplicas este orden, tus resultados serán mucho más sólidos.

Gracias por leer y por acompañarme en estos directos. Si quieres que tratemos algún tema concreto (por ejemplo, bruxismo en profundidad), avisad y lo organizamos en otro directo. Un abrazo y a seguir implementando cositas.

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